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Mostrando entradas de septiembre, 2023

BALANCE

 Hace un año que, por estas fechas, estaba en cama con covid. Fue una experiencia muy traumática para mí, nunca suelo enfermar durante tanto tiempo, lo mío suelen ser cosas agudas, pero de las que salgo con mucha rapidez. Me rio ahora, porque de saber lo que me esperaba durante este año, me hubiese quedado encantada indefinidamente en la cueva de la enfermedad, a resguardo de las tempestades de la vida. Lo gordo me vino casi a principios de primavera, sin ton ni son y sin entender nada, empecé a llorar: lloraba cuando me dormía, lloraba al abrir los ojos por las mañanas, en el super, en los semáforos, en el cine, en compañía y en soledad. Mi cara siempre estaba anegada de lágrimas, no tenía que hacer ningún gesto ni esfuerzo; las lágrimas salían solas sin mi ayuda. Yo, que siempre he presumido de ser inmune a la depresión, empecé a pensar que había caído en sus garras y que quizás necesitaba ayuda profesional para salir de aquello. Hasta que un día, de pronto, dejé de llorar; con la mi

ENSIMISMADA

 Te enraizaste en mi corazón y ahora me ensimismo con los pulsos de mi sangre.

TORMENTA

 Domingo por la tarde.  Estoy tumbada en el sofá leyendo Las almas muertas de Gógol. De repente, la luz se oscurece, las cortinas revolotean como fantasmas. Me incorporo y me asomo al balcón. En el paseo escoltado por palmeras, reina la paz absoluta. Dos abuelos sentados en un banco charlan tranquilamente. Al fondo, los niños juegan en el parque mientras los padres hablan unos con otros. Una pareja de ciclistas parecen regresar de su ruta, bajo mi balcón pasa una familia con tres niños, el padre a la cabeza dice: no va a llover, creed en mí que no va a caer ni una gota. Sonrió y me siento a esperar como lo haría alguien en una sala de conciertos, mientras se oye de fondo el ruido de los instrumentos calentándose.  Un trueno terrible. Se abre el telón y una ola inmensa se precipita sobre el paseo mientras en mi cabeza suena la Cabalgata de las Valkirias de Wagner. Los abuelos se levantan y renqueando, atraviesan como pueden el paso de cebra, los niños y padres se dispersan a la carrera

EL VERANO DE KIKUJIRU

Imagen
  Me ha gustado mucho esta peli con guion y dirección de Takeshi Kitano, se sale del formato de violencia de sus otras películas y cada fotograma es como una viñeta de anime. Un exyakuza, se ve envuelto en el viaje de acompañar a un niño en busca de su madre, es un hombre torpe, bruto y con pocas luces que, la mitad de la película, se la pasa intentando sacar tajada de la situación. El encuentro con la madre termina siendo decepcionante y doloroso para el niño, y es entonces cuando se crea un vínculo verdadero entre el hombre y el niño: ambos sufren la herida de una madre ausente.  Me ha gustado mucho que Takeshi no haya cerrado la película con un final pasteloso, donde todo se arregla sorpresivamente. Cada cual tendrá que lamerse y sanar por su cuenta su herida, pero en este viaje, han dado lo mejor de sí mismos y han compartido momentos verdaderos de lágrimas y risas. La música es de un compositor que me encanta, Joe Hisaishi y tiene imágenes muy poéticas.

CANAS

 Hay unas tantas de canas que me asoman por las sienes y la frente, el pelo me crece muy rápido y como no me gusta el aspecto de dejadez, cada dos por tres estoy con la brocha y el tinte. Por nada del mundo se me ha ocurrido unirme al clan de las mujeres de cabeza blanca que ahora está tan de moda. Algunas dicen que es por comodidad, otras dicen que es para aceptarse así mismas tal y como son. Lo primero vale, pero lo segundo, puedo asegurar por experiencia propia, que aceptarse a una misma es mucho más profundo y trabajoso que dejarse de tintar las canas.  Estas cosas, para mí, forma parte de un marketing de confusión en el que entran ideas, lenguaje, forma de vida y también la apariencia física. Quizás no vendan tantos tintes, pero ahora hay champús especiales y otros productos para que el blanco no amarillee. Estoy dándole vueltas, intentando ver qué interés puede haber detrás de todo esto, de que las mujeres tengamos aspecto más ancianil... Una vez leí un artículo que decía que la

LAS METAMORFOSIS DE PIKTOR - HERMANN HESSE

 He descubierto recientemente este cuento de Hermann Hesse, me ha maravillado e impactado tanto, que he decidido compartirlo. Todo lo que escribió este hombre, es de hondura y profundidad, que cuando lo lees, es como si quedases hechizada, traspuesta. Intentar racionalizarlo, es como intentar contener el sol con una mano. Quizás, lo mejor es dejar que sus historias se acomoden a su tiempo en el interior de una, y permitir que su magia se despliegue. El joven Piktor ha entrado en el Paraíso y se encuentra frente a un árbol que es a la vez hombre y mujer. Con veneración lo mira y le pregunta: “¿Eres tú acaso el Árbol de la Vida?” Pero cuando, en lugar del árbol, le responde la Serpiente, Piktor se vuelve para continuar su camino. Contempla todo con atención y todo le encanta en el Paraíso. Claramente presiente que se halla en el origen, en la fuente de la vida. Ve otro árbol, que es ahora al mismo tiempo Sol y Luna. Y Piktor le pregunta: “¿Eres acaso tú el Árbol de la Vida?” El Sol lo co

LA MUJER DE AZUL

 Iba caminando por una calle del casco antiguo de la ciudad, cuando de pronto mis ojos se abrieron de par en par: frente a mí, avanzaba una mujer de unos cincuenta y pico años, con una larga cabellera rubia natural y un cuerpo que, para sí, lo quisieran algunas de dieciocho o veinte, pero lo más flipante era cómo iba vestida. Llevaba un vestido azul cielo brillante, drapeado desde el pecho hasta los tobillos, tan ajustado como una segunda piel, y que dejaba ver de forma bien evidente, que no llevaba nada de ropa interior. Le acompañaba un hombre bastante más bajo que ella, vestido como si fuese hacer una travesía en barco.  Los gestos de la mujer eran refinados, y transmitían una especie de inocencia e ignorancia sobre la tención que despertaba a su paso. Era como una especie de Hada o Sirena de otros mundos que hubiese caído de repente en este. Cuando estuvimos a la misma altura y nos cruzamos, pensé que las dos éramos como el negativo, la una de la otra. Yo, con mi larga melena casta